Una vez más Aerolíneas Argentinas está en el ojo del huracán. El líder del gremio que reúne a los pilotos de la aerolínea
(APLA - Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas),
Jorge Pérez Tamayo, declaró el martes 12 de febrero que para ellos Aerolíneas Argentinas está en “cesación de pagos”, lo cual ha incrementado el grado de conflicto entre los gremios aeronáuticos y el Grupo Marsans.
La declaración del presidente del sindicato viene en momentos en que Aerolíneas Argentinas atraviesa etapas decisivas en la negociación por una
“paz social” entre los gremios y la administración del Grupo Marsans, encabezada por el español
Enrique Meliá, quién también se desempeña como gerente general de
Air Comet Chile. Este acuerdo entre sindicatos y gerencia responde al pedido de los dueños de la empresa aérea para lograr un futuro de corto y mediano plazo libre de conflictos, y que incluye la promesa de la llegada de nuevos aviones
Airbus A320, A330 y el gigante A380.
El nuevo A320 (LV-BNZ) en su delivery flight. Foto: Normando Carvalho Jr. El sindicalista declaró que Marsans
“no pone [invierte] un solo peso”, que la situación es insostenible, además de reclamar por una “inversión genuina”.Las peleas entre la gerencia y los sindicatos no sólo corresponden al período de administración de Enrique Meliá.
Las disputas, surgen desde que Aerolíneas salió de manos de la SEPI para pasar a Marsans. El grupo turístico español llegó como el salvador de Aerolíneas Argentinas, y dónde los primeros años de la actual administración la empresa vivió un período de recuperación, incluso pagando gran parte de la deuda que Aerolíneas Argentinas mantenía. Sin embargo pese a las buenas expectativas que se estaban generando en torno a la empresa, hoy en día Aerolíneas Argentinas enfrenta un oscuro panorama nuevamente con denuncias cruzadas entre los gremios y sus dueños, falta de inversión, promesas incumplidas en cuanto a inversión y con un plan directivo diseñado desde España y que no se comparte en la Argentina, lo cual ha desembocado en el conflicto de estos días, manifestado en la falta de aviones, lo cual obliga a realizar cancelaciones o reprogramaciones con las consecuencias tales para los pasajeros, contribuyendo aún más deterioro de la imagen y pérdida de la credibilidad de Aerolíneas Argentinas.
Por otro lado se debe considerar que el actual escenario de conflicto laboral/operativo que vive la empresa, incrementado por la actitud de los sindicalistas hacia sus empleadores, responde a un choque de roles entre lo social y privado, los que a diferencia de otros países, Argentina no definió bien pues mantuvo el carácter de aerolínea bandera a Aerolíneas Argentinas la cual funcionaba en un mercado distinto y en cierta incompatible con esa realidad. Desde su creación en 1950, el Estado Argentino confirió de manera impositiva el carácter de
aerolínea de bandera a Aerolíneas Argentinas con el objeto de hacer de soberanía,
afianzar la imagen y contribuir al desarrollo del país. Durante la privatización de Aerolíneas a principios de los 90, el gobierno de turno, ni los subsiguientes, eliminaron el carácter aerolínea bandera a la empresa, a diferencia como ocurrió en otros países, como en Chile, obligando a sus nuevos dueños (primero Iberia y luego Marsans) a mantener este compromiso social con el país. En la realidad actual esto algo totalmente antieconómico para una empresa privada, pues se le impone en cierta forma operar destinos de baja rentabilidad o que no son de interés para el privado, y por eso se entiende la eliminación y reestructuración de rutas que los nuevos dueños de Aerolíneas han realizado tanto en cabotaje como en internacional, lo cual no es compartido por los empleados agrupados en los sindicatos, quienes mantienen la concepción del rol de aerolínea de bandera que ARSA posee. En esa línea también se explica por qué genera tanto rechazo que cualquier compañía argentina, realice vuelos internacionales desde/hacia la Argentina, lo que ha generado más allá de un conflicto interno (especialmente
entre Aerolíneas y Austral), y por qué el posible nuevo plan de negocios del Grupo Marsans para con las aerolíneas que maneja, no es aceptado por los sindicatos aeronáuticos.
En un mercado donde las tarifas aéreas se encuentran reguladas y limitadas por parte del Gobierno, donde los combustibles son altamente gravados impositivamente, donde hay constantes pujas de poder entre sindicatos y de los sindicatos contra la gerencia y en el que, más que nada hay una ausencia de un marco normativo claro y preciso en el que se puedan basar las operaciones,
una línea aérea no podrá nunca operar sanamente.
Y ese es el caso de Aerolíneas Argentinas – las tarifas domésticas reguladas no permiten controlar el alza indiscriminada de los combustibles ni de los crecientes costos laborales, han llevado a la línea aérea de bandera argentina nuevamente al borde del colapso. La falta de flujo de dinero en Aerolíneas Argentinas no sólo puede atribuirse a la mala administración de fondos por parte de sus actuales dueños. Todas las variables también apuntan a un insostenible marco tarifario establecido por el Gobierno, y que es criticado por los operadores, pues las bandas tarifarias impiden obtener la rentabilidad correspondiente en cada ruta, mermando los ingresos de las compañías argentinas en cabotaje.
Mientras tanto el gobierno de Cristina Fernández había mantenido una posición
un tanto distante al conflicto, esperando quizás un arreglo pacífico entre gremios y los españoles, pero que ante el incremento del conflicto ha decidido poner al ex intendente de La Plata Julio Alak, como representante del Gobierno en Aerolíneas Argentinas,
obligando a la empresa a incorporar
6 aviones Boeing y entrenar a una dotación entera de pilotos para aviones McDonnell Douglas, aviones que el gremio APLA exige que
dejen de operar en Austral y vuelvan a Aerolíneas Argentinas, además de anunciar un próximo aumento su participación accionaria, y con ello se acerca cada vez más la posibilidad de la reestatización de la empresa.
En el actual escenario, la situación de Aerolíneas Argentinas avanza hacia un oscuro panorama, mientras que sus dueños Marsans pareciera tener listo el plan alternativo de quedarse con Austral y Air Comet Chile en Sudamérica y Air Comet desde España, entregando a Aerolíneas Argentina a la suerte del mejor postor: el propio Estado. Hoy el alto grado de conflicto que existe entre los sindicatos y la empresa entrega a la Argentina un panorama poco alentador para captar las inversiones y desarrollar proyectos a futuros serios en materia de aviación debido al alto grado de incertidumbre. Sin ir más lejos hoy ninguna línea aérea argentina da dinero: Andes y Sol viven de los subsidios de los Gobiernos de la Provincias,
LAN Argentina ha disminuido sus planes de crecimiento y sólo se encuentra en una mejor posición por el respaldo financiero de un gran holding aéreo y por operar los destinos de mayor densidad y rentabilidad del país. El resto de las posibles aerolíneas como
Air Pampas o
Silver Sky son sólo proyectos del que sólo se conocen buenas intenciones pero que hasta la fecha no han podido arrancar.